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Empresas rentables vs. Equipos de fútbol: la importancia de los indicadores globales

Permítame explicar este fenómeno con un ejemplo de un entorno distinto: un equipo competitivo de fútbol.

El objetivo de un equipo que participa en torneos no es otro que ganar. Independiente de las condiciones internas o del rival, la meta siempre será la misma. Por eso, todos los entrenamientos, jugadas y laboratorios están diseñados para un propósito: ganar el partido, avanzar hacia la final y, finalmente, levantar el trofeo.

En equipos de alto rendimiento, como los profesionales o selecciones nacionales, encontramos especialistas en cada función: técnicos defensivos, entrenadores de arqueros, asistentes de ataque… todos bajo la dirección del director técnico, quien mantiene la mirada fija en el objetivo global: ganar.


Cuando los indicadores juegan en contra


Independientemente de la complejidad o del sinnúmero de jugadas que ocurran en un partido, el resultado final es lo que importa.

Ahora bien, traslademos a un equipo de fútbol lo que suele ocurrir en las empresas con indicadores locales. Imagine que el desempeño del arquero se midiera por metros recorridos por partido. Seguramente, su calificación sería baja —a pesar de haber mantenido el arco en cero— y, además, estaría desmotivado al ver que su esfuerzo real no se valora.

Podríamos intentar otro indicador: balones atajados por minuto. Pero si el equipo es sólido y cohesionado, tal vez el rival apenas dispara al arco, dejando al arquero con pocos registros en su indicador. Una métrica absurda para su función, aunque cumpla perfectamente su papel dentro del objetivo global.

Así funcionan muchas organizaciones: indicadores trimestrales, metas por área, evaluaciones parciales que desmotivan a las personas y generan conflictos entre departamentos.


El caso de las empresas

Pensemos en una empresa productora. El área de producción cumple con su eficiencia y fabrica lo proyectado, consumiendo materias primas, energía y mano de obra. Sin embargo, si las ventas no se comportan como se esperaba, gran parte del inventario se acumula en bodega. Resultado: la liquidez de la empresa se reduce y logística asume costos adicionales.

Cada área cumplió “su indicador”, pero la empresa no logró los beneficios esperados.


Conclusión: cambiar la forma de medir para cambiar la forma de ganar


El problema central es que muchas organizaciones se enfocan en indicadores locales, generalmente ligados a pagos o bonificaciones, en lugar de alinear al equipo hacia un objetivo común.

Para ser rentables y sostenibles, las empresas deben repensar sus indicadores:

  • Pasar de medir eficiencias locales a resultados globales.
  • Reducir los conflictos internos entre áreas.
  • Incentivar la innovación y el cambio de paradigmas.
  • Reconocer que los indicadores corporativos determinan el comportamiento colectivo.

En otras palabras, si no se cambian los indicadores, no cambiarán los resultados ni la cultura organizacional.

Así como en el fútbol, lo que importa no es cuántos metros corre cada jugador, sino ganar el partido juntos.